sábado, 29 de agosto de 2009

¿Serás un hombre o una mujer?



Quisiera que fueses mujer. Quisiera que tú experimentaras algún día lo mismo que experimento yo: no estoy en absoluto de acuerdo con mi madre, que considera una desgracia el nacer mujer. Mi madre, cuando se siente muy desdichada, se lamenta: “¡Ah, si hubiese nacido varón!”. Ya sé: nuestro mundo es un mundo fabricado por los hombres para los hombres; la dictadura de ellos es tan antigua que hasta se extiende al lenguaje. Se dice hombres para decir hombres y mujeres; se dice niño para decir niño y niña; se dice hijos para decir hijo e hija; se dice homicidio para designar el asesinato de un hombre o de una mujer. En las leyendas que los hombres han inventado para explicar la vida, la primera criatura no es una mujer, sino un hombre llamado Adán. Eva llega después, para divertirlo y armar líos. En las pinturas con que adornan sus iglesias, Dios es un viejo con barba, nunca una anciana de blanca melena. Y todos sus héroes son varones, desde aquel Prometeo que descubrió el fuego hasta ese Icaro que intentó volar, e incluso aquel Jesús que declaran hijo del Padre y del Espíritu Santo, como si la madre que lo dio a luz fuera una incubadora o una nodriza. Y, sin embargo, o tal vez justamente por esto, ser mujer es fascinante. Constituye una aventura que requiere considerable valentía; un desafío que nunca llega a aburrir. Podrás emprender muchos caminos si naces mujer. Para empezar, tendrás que batirte para sostener que si Dios existiera bien podría ser una anciana de blanca cabellera o una chica guapa. Luego, tendrás que esforzarte en explicar que el pecado no nació el día en que Eva cogió una manzana: ese día nació una espléndida virtud llamada desobediencia. Por último, tendrás que batirte para demostrar que dentro de tu cuerpo liso y redondeado hay una inteligencia pidiendo a gritos que la escuchen. La maternidad no es un oficio y tampoco un deber, sino un simple derecho entre tantos otros. Te cansaras de gritarlo. Y, a menudo, casi siempre, perderás. Pero no debes desanimarte. Batirse es mucho más hermoso que vencer; viajar, mucho más divertido que llegar: cuando has llegado o has vencido, adviertes un gran vacío. Y para superar ese vacío debes emprender viaje nuevamente, debes crearte otras metas. Sí, espero que seas mujer; no me hagas caso si te llamo niño. Y espero que tú no digas jamás lo que dice mi madre. Yo Jamás lo he dicho.


Pero si naces varón, me sentiré igualmente contenta. Y tal vez más, porque te verás libre de muchas humillaciones, de muchas servidumbres, de muchos abusos. Si naces hombre, por ejemplo, no deberás temer que te violenten en la oscuridad de una calle. No deberás valerte de un bonito rostro para que te acepten al primer vistazo, ni de un bello cuerpo para esconder tu inteligencia. No serás objeto de juicios malévolos cuando duermas con quien te guste, ni oirás decir que el pecado nació el día en que cogiste una manzana. Te cansarás mucho menos. Podrás desobedecer sin ser escarnecido, amar sin despertarte por la noche, con la sensación de estar cayendo por un pozo; podrás defenderte sin terminar insultado. Naturalmente, te corresponderán otras esclavitudes, otras injusticias; tampoco para un hombre es fácil la vida, ¿Sabes? Dado que tendrás músculos más duros, te pedirán que lleves pesos más gravosos, y te impondrán responsabilidades arbitrarias. Puesto que tendrás barba, se reirán si lloras y hasta si necesitas ternura. Como tendrás una cola delante, te ordenarán que mates o te dejes matar en la guerra, y exigirán tu complicidad para perpetuar la tiranía que instauraron en las cavernas. Y, sin embargo –o precisamente por eso–, ser hombre constituirá una aventura maravillosa, una empresa que no te decepcionará jamás. Por lo menos, así lo espero, porque si naces varón confío en que seas un hombre como siempre lo he soñado: dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere, despiadado con quien te manda. Por último, enemigo de quienquiera ande contando que los Jesús son hijos del Padre y del Espíritu Santo, y no de la madre que los dio a luz.



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